VOCACIÓN DE PROFESOR, ENCENDEDOR DE SEMILLAS
Y hoy el petit hommage va para....mis alumnos y profesores.
Apren-Ñar, ensen-der. El canal es único, dar y recibir.
Desde aquí agradezco las lecciones, los rostros donde los ojos brillan de emoción, las risas, los descubrimientos compartidos, las inspiraciones.
Gracias a los que me empujaron a las tablas: ahí se forjó la vocación.
Gracias también a los que me empujaron para salir de ellas: ahí se templó el acero.
Es joven el alma que sigue aprendiendo.
Dios me conserve en estado de buena enseñanza.
SEMILLA ENCENDIDA
De la flor del enseñar no soy estambre, pistilo, pétalo, semilla.
No soy perfume y si me apuran, ni abejilla.
No pienso en el mañana, en si me devolverán lo dado.
Intento haber vivido lo que enseño.
Pero para donde no llego, sé que hay otros.
Soy sustituible y me circunda
como a una isla
espacio para la creatividad.
Afirmo y dejo ir, provocaciones,
a veces me contradigo, al fin y al cabo,
mi labor es cuestionar.
Callo para escuchar los pensamientos.
Hablo para ocultar los sentimientos.
Veo en todo momento y voy danzando
con lo que va viniendo, animal de escenario.
Acojo, flexiono, conduzco, inspiro.
Suspiro al regresar, lo he dado todo.
Mi estrado es lanzamiento de la simiente a tierra
en vuelo libre
del libro,
a la pantalla,
a la pupila,
al cristal de la ventana
a la vida ahí fuera
al cielo.
Porque yo fui esa alumna que divagaba mirando al exterior;
soñaba, creían. Creaba, ignoraban.
Mundos paralelos, preguntas, nuevas formas de decir lo que decían.
Hasta que la nube emociomental me transportó al otro lado.
Poco ha cambiado, ha aumentado la exigencia:
sigo teniendo deberes, sigo escuchando
y aprendiendo de los que tengo enfrente.
Ningún mago ha descubierto que la pizarra
es un espejo de doble faz.
Me llamaron Alicia. Lo he atrav(b)esado.
De profesión rompedor de orejeras, abridor de ventanas.
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