CAPÍTULO 4. DE LA MANIFESTACIÓN DEL AMOR FÍSICO, PARTE 1.
Existe entre hombre y mujer una energía creadora. La tensión máxima entre estos géneros complementarios puede tomar la manifestación del amor físico, matriz generatriz y generadora. Cuando ambos miembros tienden a Dios en sus acciones, meditaciones y hay una entrega total a la vida espiritual, pueden calificarse de esposos divinos. En algunas religiones este camino pasa a través del tantra y/o de la castidad. Contrariamente a lo que se opina, la castidad tántrica no es una represión del placer ni una negación de la energía sexual, sino su sublimación a los intereses del Creador Supremo a quien todo debemos. Dado que en esencia todos somos libres y completos desde el nacimiento, quienes se entregan desde la alegría de estar anclando las energías de la Vibración superior, no sentirán la necesidad de regresar a la densidad material a menos que les sea otorgada por merecimiento una misión de caridad o cura particular. En efecto, el Ser Superior que ya ha completado el Camino y se reúne con la Luz, no precisa regresar, mas puede que quiera y le sea concedido hacerlo por amor fraternal a los seres que una vez le fueron hermanos, para ayudarlos en su ascensión. Quien pueda comprender, comprenda.
Cada uno elige su camino. Si bien es verdad que no se puede servir a dos dioses al mismo tiempo (espíritu y materia), también es cierto que muchos son los llamados y pocos los elegidos.
La manifestación física del amor es apenas una ínfima parte de lo que un alma evolucionada puede llegar a sentir a medida que avanza en su ascensión hacia la unión con la Divinidad. Corresponde a cada ser evaluar su nivel de entrega y su capacidad de disciplinar sus apetitos carnales. Si esta tarea parece a primera vista imposible, es recomendable ir canalizándola a través del amor, y no de las pasiones pasajeras que no hacen sino desgastar inútilmente y sin objetivo nuestra preciada energía vital. Si conseguimos ponerla al servicio del Padre, habremos dado un gran paso, que pocos en verdad son capaces de dar. Eso demuestra una entrega más profunda a la vida espiritual y hace que el individuo gane coherencia y fortaleza en su camino. El hallazgo del par perfecto o alma gemela no es sinónimo de que se haya alcanzado el objetivo, sino que es el principio del camino. En realidad, no depende de lo que viene de fuera, sino de lo que llevamos dentro. Así, cuanto más el individuo haya trabajado su elevación, menos lecciones, ligaciones y deudas le quedarán que establecer con el exterior y los otros seres. Muchos seres pueden ayudarnos de diferentes maneras en este camino. A veces enseñándonos sobre la contención, la sublimación, la trascendencia, otras veces con ejercicios más técnicos respecto a respiración y manejo de energía física. Ambos tipos de información son útiles y son recibidos en la medida en que la persona está preparada para comprender y acometer tal desafío. A menudo supone un obstáculo la diferencia entre lo que es y lo que ha de ser. Si nos dejamos llevar por la crítica, o por el ideal, nos veremos abrumados por nuestra incapacidad o nos ahogaremos en el mar inmenso de todo lo que nos falta. Es importante ir valorando los avances y continuar motivados sin cejar en el empeño. Como el Maestro de maestros afirmó, hay que dejar todo atrás, familia, obligaciones, todo.
Observar lo que es, es un buen comienzo para aceptarlo e ir adaptándonos. Intentar lograr en primera instancia algo para lo que no estamos preparados, sólo será fuente de frustración y decepción. Agradezca por lo que tiene y ha logrado, y se disponga con alegría a continuar trabajando para la perfección. No hay tiempo que perder en lamentaciones, críticas, o apegos. Aprenda analizando lo que no fluyó debidamente y materialícelo en su próxima ocasión de aprendizaje.
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