Dadle al hambre del alma Alhambra
Desde la cuesta que lleva al balcón de San Nicolás dos manos me ocultaron de repente la vista. Cuando decidieron apartarse, la nieve se había vuelto rosa con el ocaso granadino y era tarde para no maravillarse. El imponente perfil de la Alhambra llenaba el horizonte de canciones e historia. Esta ciudad de fuentes y de arabescos en las paredes, de sombras y de luces, de nieblas acuchilladas y rumores en callejones atestados me deja en el cielo del paladar una resaca de humo de narguilé, vapor de hamman, hoguera y té moro. Me deja en los oídos resonando un eco de flamenco, y adherido a la piel un olor a flor de azahar que ni el frío del invierno consigue congelar.
Con la misma intensidad perduran los buenos recuerdos, y es que los sentidos son la puerta de entrada a la memoria.
2 comentarios
Magda -
Felices fiestas decermbrinas, y un 2007 pleno de realizaciones.
jose luis -
Mi guitarra nació en esa cuesta y allí volveremos los dos a confundirnos entre tarantos y graninas, entre mate y guajira, entre Zaragoza y Murcia