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DONDE NACEN LOS SUEÑOS: REVERSIÓN

DONDE NACEN LOS SUEÑOS: REVERSIÓN

La noche es hogar de sueños, fábrica de esperanzas. Un ángel me despierta y me pide que sueñe a ojos abiertos, mientras lo oscuro del vientre universal me acuna. Las estrellas me susurran otros mundos con guiños silenciosos. Su brillo reflejado en mis pupilas da a luz sueños a conciencia armada:

Sueño con un mundo donde no hagan falta gimnasios, porque el trabajo de cada ser humano sea valorado y dignifique a su salud física, mental, espiritual.

Sueño con que cada ser humano sea parte en el sostenimiento del planeta con sus manos, como artista, curador, artesano, agricultor, constructor, profesor, o cualquier tarea que ennoblezca su alma y contribuya para un mundo más solidario y menos consumista.

Sueño con un lugar donde el dinero sea innecesario porque todos tengan lo que precisan, donde haya redes de préstamo, donación, intercambio, trueque, caridad fraterna. Que se implante en las escuelas la ecología de los recursos.

Sueño con una realidad que desconoce la codicia ni las acumulaciones injustas, porque todo uso está alineado con el Bien Mayor, el Bien Común.

Sueño con que cada ser humano tenga donde depositar su saber y su noción de belleza, como granitos de arena colorida en un mandala global.

Sueño con un planeta lleno de viejos sabios y sabios niños que tomen las tribunas donde se sentaban los políticos, los monarcas, los mandatarios. Que la inocencia sea juez y dirima.

O mejor, sueño con seres que no conocen el juicio, ni el prejuicio. Adorables niños, locos cuerdos.

Sueño con que no hagan falta parques, reservas vegetales, como oasis de desiertos urbanos, porque no queden muros ni cemento, y todo sea todo tierra y naturaleza armónica de nuevo.

Sueño con una jornada laboral que cada uno ajuste a sus fuerzas, al sol, a la luna, a su edad, al rendimiento, a los logros, a la capacidad, a las variables del esfuerzo nuestro de cada día. Libres, esclavos de ningún sistema sino el sentido común, el sentir común.

Sueño con ruedas de conversación y danza, con juegos y fiestas multiétnicas, con respeto a la naturaleza, con muchas sonrisas, masajes, cascadas, prados floridos, salud y prosperidad.

Sueño que dejaron de existir las brigadas de limpieza porque desapareció la suciedad. Que el género médico se extinguió por falta de enfermos, y las cárceles se repoblaron de santos, o se convirtieron en circos, hogares y huertos.

Sueño con un planeta en el que no haya que elegir una fecha para celebrar o conmemorar una causa, porque todos tengamos presente a cada instante lo prioritario, lo verdadero.

Sueño que cuando unos padres deciden que quieren que su hijo comulgue (o profese una religión) se preocupen más de su alma e inviertan en personas que sean buenos ejemplos y en buenos libros, y no en un bonito traje o en una comida que tardarán en pagar.

Sueño que las mujeres tienen a sus hijos donde y como ellas deciden. Sueño con el respeto que viene del amor. Para las parejas, para los padres, para los hijos. Lazos de amor estrechando la humanidad.

Sueño que ser padre y madre es una misión y un don divino al que cada adulto responsable se entrega al cien por cien, en cuerpo, alma y corazón. Sueño que a los pequeños se les da la atención, el cariño y el sustento que precisan para crecer sanos y felices.

Sueño que se procrea por amor, que se hace el amor por amor, que se entrega nuestro cuerpo-templo a otro ser para magnificar la Vida, sacramente. Que nadie se abandona en otras manos solo por carencias afectivas, traumas, drogas, falta de autoestima, vicio.

Sueño con que todos nos conozcamos en nuestra verdad e identidad, "a imagen y semejanza" divina y dejemos de comportarnos como menos que animales para asumir nuestra esencia y dignidad de Hijos de Dios.

Sueño con maestros que enseñen lo esencial: a respirar, a contar cuentos, a estirarse como gatos, a mantener la curiosidad de un niño de 3 años, a escuchar las señales de lo invisible, a hablar con Dios con cada inspiración, a escuchar lo que nos dice el corazón.

Existo, porque sueño.

La llama de la Esperanza es el Espíritu Vivo en mí.

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