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CARTA DE AMOR A UN MORIBUNDO

CARTA DE AMOR A UN MORIBUNDO

Te llevan al cabildo azotado. Las heridas te han desfigurado, ya no pareces de la raza humana, se ríen del que se pronunciaba dios y carcajeándose exclaman "ecce homo", he aquí el hombre. Sumo hombre, humanidad máxima: en el más hondo dolor, navegas en mares turbios de angustia y náusea, asco y muerte, recoges con tu mirada los despojos rasgados de los incrédulos que arden en el mal, que andan perdidos en limbos innombrables, que no saben - terribilità!-: no saben que no saben. Descoyuntado agonizas, te desangras, tus estertores anuncian el inminente desenlace. Clamas al Padre. Tus amigos, avergonzados, han renegado de ti y han salido corriendo para salvar el pellejo. Los presentes te aguijonean, escupen, maldicen, calumnian, se burlan. A tu sed dan vinagre y hiel. A tu agotamiento una lanzada en el costado. Entre regueros púrpura los párpados a duras penas se abren.

Únicamente tu Madre y un joven discípulo dan ejemplo de firmeza al pie del espectáculo. Todos ven a un malhechor castigado, a una pobre mujer y a un amigo que se lamentan. Se lamentan? Quizá aguardan la hora en que regreses. Nadie sabe que en este drama ellos representan la Humanidad entera, y tú Aquel cuyo sacrificio nos salva.

Ella te ha gestado en su vientre. Te conoce en tu más íntima esencia y secreto, a ti que conoces a todos antes de nacer. El amigo en la cena ha reposado su cabeza sobre tu pecho, ha quedado impregnado en el seno que crea el universo con su Amor. Permanecen en pie porque confían en tu promesa.

Perdonas a todos irradiando amor sin cesar, un amor invisible e inaudible para el que no cree. Aunque lo oyen no escuchan; aunque lo ven, no lo entienden, hasta hoy. Aguardas que todo se cumpla y esté hecho, hasta la última gota licuefacto. Manan de ti torrentes de misericordia, fuentes de agua viva, palabras de vida eterna. Eres faro y no barca a la deriva.

Cordero plenamente consciente. Tu cetro inconmovible no ha decaido: has sostenido firme el amor en la más difícil de las situaciones. Has sido levantado sobre el pecado y las sierpes de la enfermedad huyen despavoridas, pero el que te mira elevado se cura. Porque si grande es el pecado, inmensa es tu misericordia, porque mucho perdonas al que mucho amó, porque no te acuerdas del mal cometido por tus amigos y a su arrepentimiento prodigas con bendiciones y celebraciones celestiales. Al rayo de las tres entregas el espíritu. Has bebido el cáliz hasta la hez. Se hacen realidad las profecías. Se consuma nuestra liberación.

El templo que se rasga simboliza tu cuerpo-templo del Espíritu. La tierra tiembla. El cielo se oscurece, como si hubiera sido sostenido por tus brazos colosales que ahora yacen inertes. Y todos corren espantados. "En verdad este era el Hijo de Dios", se percatan. No veían el mayor amor que jamás pisó esta tierra, pero ven las catástrofes naturales y creen: hasta hoy abunda la miopía de la paja y la viga, en lugar de la visión clara del madero que es el Árbol de la Vida.

El Pan y el vino que nos compartiste ayer sabían diferente. Nos hicieron llorar como quien ríe, nos hicieron reír como quien llora. Trasbordados. El vino nuevo se guardará en odres nuevos y no en copas de barro. El Pneuma transitará la carne pero no podrá permanecer en ella porque su dominio es el éter.

Dentro del vientre de la ballena, devorado por el sepulcro, te sumerges en la muerte con toda su desdicha. Por tres días viajas a los submundos a buscar almas. En ese mismo vientre donde muere el yo humano nace el Dios Eterno.

Unos paños reposan doblados sobre una piedra en el túmulo. Magdalena golpeará con sus puños el polvo de la tumba, en el nicho arrodillada, encogida, buscando al embalsamado cuyos pies lavó con cabellos y lágrimas; la arena dibujará tu rostro colmando de fe su desespero. "No busques entre los muertos al que Vive", le dice el ángel. Justo a ella en primer lugar le harás ver tu Resurrección. Volverás a restaurar a los deprimidos: al que tres veces te negó le darás ocasión para afirmarte otras tantas en su amor por ti. Porque pruebas para acrisolar virtudes y corriges al que amas. Nunca abandonas.

Eres todo Presencia, todo Consciencia. Estás vivo. Proclamo con ansias tu Resurrección, sé que muchos aguardan tu regreso.

Yo, que también aguardaba, no conozco ya la noche. Yo que estaba dormida y enfangada, perdida y muerta, he renacido en ti. Tú me has llamado de vuelta. Te espero por los hermanos, para que vean y crean, Lázaros de poca fe; haz con ellos lo que hiciste conmigo: lo que la primavera hace con los cerezos. Recubriste de carne viva mi esqueleto en podredumbre a la sola mención de tu Corazón Sagrado.

Ya no estoy impaciente por volverte a ver en carne y hueso pues para mí nunca te has ido. Escribe en cada una de mis células este saber y que nada me separe de tu amor: "aun cuando un ejército me asedie, no temblará mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza". Al pie de la Cruz, te veo a las tres.

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